INDOLENCIA Y DEMENCIA, ENFERMEDADES COLOMBIANAS

La sociedad colombiana actual y latinoamericana necesita un psiquiatra, pero el mejor de todos.

 

Escribe / Jorge Eliécer Triviño – Ilustra / Stella Maris

Cuando hacemos un análisis de la sociedad colombiana contemporánea, encontramos que los cambios generacionales han permitido el status quo, salvo algunos movimientos generados por la juventud, que se ha sentido violentada, y vulnerado sus derechos primarios, debido al egoísmo reinante, pues el poder ha venido repartiéndose en unas pocas familias que han querido retenerlo, a pesar de las circunstancias, y quienes han anhelado cambiar la situación, han sido tratados como enemigos de ese poder.

        Jorge Eliécer Gaitán, un hombre del pueblo, y de raza mestiza, agitó los ánimos, y le endilgó a los bancos, a las empresas y a los políticos, la inequidad (Colombia, ocupa un deshonroso cuarto lugar, después de Haití, Sudáfrica y Honduras); pues los honorarios recibidos por los trabajadores y el peculio de los campesinos y las condiciones en que vivían, no eran —y no son todavía— dignas; además, a la población indígena y afro, se les considera indeseable por carecer de medios de sustento y vivienda dignas; por carecer de dinero y por existir, y pertenecer a la sociedad colombiana; sin embargo, el engaño y la falsedad de los gobernantes, contrasta con el coraje, la sensibilidad y la espiritualidad de nuestro pueblo que cree—, lamentablemente—, que las condiciones  deplorables en las que se encuentran, son las que se merecen.

Jorge Eliécer Gaitán, era un hombre brillante, preparado en el exterior, con un manejo incendiario del verbo, lo cual le convertía un peligro para la sociedad de ese momento, pues la persona más peligrosa para cualquier régimen—, siempre— es aquel que dice la verdad. La verdad siempre será temeraria y amenazadora; y toda persona que la manifieste públicamente, expone su propia vida y la de los seres amados; además, quien se opone al régimen y no sigue los lineamientos impuestos por esa sociedad, será tenido en el ojo del huracán.

Decía, el caudillo de multitudes Jorge Eliécer Gaitán:

“Por la razón elemental de que tiene que terminar de una vez el hecho primitivo, el hecho indecoroso para mi patria que es un gran pueblo; de que se le maneje con el irrespeto con que se manejan las vacadas de las haciendas privadas.

       Los hombres colombianos no podemos ser manejados con ese irrespeto. Es nuestra dignidad la que está por encima de los partidos, que está por encima de los cálculos monetarios, que está por encima de las papeletas, porque donde no hay dignidad de hombre, todo lo demás está perdido”

Hoy, estas palabras adquieran mayor vigencia, ya que lo que siempre han buscado los grupos de jóvenes, es recobrar esa dignidad perdida, porque han querido una educación para ser mejores personas y poder aportarle a la sociedad sus saberes, pues en ella sí hay sensibilidad y deseos de hacer del mundo, un mundo mejor; porque en esos grupos, el amor incondicional de los padres ha incubado a una generación que tiene ganas “de comerse el mundo”.

La sociedad no puede tratarse como un conjunto de individualidades inferiores, pues esa mirada torva y burda, además de ser ligera, no puede continuar.

La sociedad colombiana, siempre ha sido sensitiva, pero se le ha menospreciado su poder de raciocinio y de desarrollo intelectual.

       La conciencia individual se ha transformado ya en una consciencia colectiva, y eso no lo han podido ver aún en su ceguera los políticos de turno.

La población colombiana es inteligente; aunque se les engañe, se les compre su conciencia electoral y se les mienta, además de permitir que se les coaccionen en los comicios, mediante amenazas de despido a quienes laboran en el sector público. Estos son, definitivamente, lunares bastante notorios en el desarrollo de la inteligencia de la misma, por su credulidad; pues ha creído en la honestidad de quienes le quieren gobernar, pero ellos son como los magos, que no permiten ver realmente cuáles son sus verdaderas intenciones.

La mentira es una de las armas mejor utilizadas por los políticos, y me hace recordar una anécdota contada por un profesor de secundaria, cuando Guillermo León Valencia pronunció un discurso en el que prometió pavimentar una carretera de diez kilómetros, a lo que un interlocutor le interpeló en voz baja: “No son diez kilómetros: son cinco” y el mandatario le respondió, también en voz baja: “cinco kilómetros de ida y cinco kilómetros de venida”

Pero la sociedad ya se cansó de oír tanta promesa incumplida y tanta mentira. Como en la fábula del pastor mentiroso: “en la boca del mentiroso, hasta la verdad se hace dudosa”. Esa es la gran tragedia de los colombianos, que se cansaron de que les firmen compromisos, a los que luego se les “hace conejo”

En Colombia, hay persecución política, secuestros, asesinatos, engaño, matanzas grupales, abandono estatal, inequidad, irrespeto por las ideas, escaso acceso a la educación, privatización de la educación y de los fondos de crédito como ICETEX, donde se pignora la vida misma para obtener un título universitario; y sobre todo violencia física contra la juventud, que además ha sido olvidada.

Pero estas prácticas no son exclusivas de nuestro país, pues los jóvenes de Argentina también fueron encarcelados, torturados y asesinados de manera vil; cosa que denuncian las madres en la plaza de mayo. Según France 24, hubo cerca de 30.000 desaparecidos por el general Jorge Rafael Videla, desde 1976 a 1981, en el golpe de estado mediante el que gobernó una junta militar.

        “La Junta optó por las desapariciones. Esta práctica consistía en secuestrar a los llamados ‘traidores’, reclutarlos en centros clandestinos, torturarlos y luego matarlos.

       Muchos de ellos sufrieron ‘los vuelos de la muerte’. A los opositores se les drogaba, se les ponía cemento en los pies, y luego se les lanzaba desde aviones que sobrevolaban Mar del Plata. Así se perdían, eternamente, en el océano.”

Hoy, los rostros adoloridos de miles de mujeres, con acentuadas arrugas en sus ojos; dan cuenta de cuánto han llorado, y siguen aún llorando y clamando por sus hijos.

También están las madres y padres de Ayotzinapa, que piden por el esclarecimiento de la matanza de 43 jóvenes asesinados, y por los cuales ningún presidente de México responde, pues las investigaciones se pierden en un maremágnum de falsas investigaciones, mientras el tiempo pasa, hasta que el polvo del olvido lo cubra todo con su oscuro manto—. Aquí debo hacer un paréntesis, pues he visto información de que han hallado restos óseos, debidamente identificados por pruebas de ADN—.

Chile, también tuvo su tiempo de oscuridad desde el momento en que la CIA, dirigida por William Colby, mandara asesinar a Salvador Allende —cita de Oriana Fallaci en Entrevista con la historia—. Un hombre realmente valiente, que prefirió entregar su vida, pues él defendía siempre, la dignidad de su amado pueblo.

Decía Salvador Allende: “El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse” y decía acerca del futuro de América Latina: “Algún día América tendrá una voz de continente, una voz de pueblo unido. Una voz que será respetada y oída; porque será la voz de pueblos dueños de su propio destino”

En ese país, y por orden de la bota militar, alrededor de 30.000 de personas fueron retenidas, torturadas y miles asesinadas. Según el informe Rettig (en 1991), también fue asesinado Víctor Jara, el cantautor; pero los jóvenes chilenos se levantaron y cerca de un millón de personas elevaron su voz de protesta contra el aumento del transporte; acontecimiento que rebosó la copa, pues las pensiones que recibían los adultos eran pírricas, ya que los fondos privados se quedaban con millonarias ganancias, pues no les alcanzaba la pensión para sobrevivir dignamente. La desigualdad social fue en realidad el detonante del estallido social.

Allí en esa protesta social se entonaron las canciones: “Por qué no se van” y “El baile de los que sobran” de Los Prisioneros.

Quienes protestaron eran en su mayoría jóvenes que no temían a los militares, aunque como siempre, hubo violaciones a los derechos humanos, por los que aún no ha respondido el presidente Sebastián Piñera.

Esa ha sido una de las mayores concentraciones en protesta, de las que se hayan conocido desde el derrocamiento de Salvador Allende.

En Colombia, los jóvenes, han sido utilizados como carne de cañón por los distintos grupos armados: por la guerrilla, por los paramilitares y por los militares, mediante la práctica del asesinato selectivo de muchachos de familias humildes y de campesinos para justificar “ascensos” y así obtener resultados aparentes contra la guerrilla; pero hay algo que sorprende: ¿Por qué escoger a jóvenes humildes y pobres? ¿Por qué no fueron a los barrios de los estratos más elevados? Aquí se puede ver la insania contra los más vulnerables; contra aquellos que no tienen oportunidad de defenderse, pues carecen de recursos económicos y otros ni siquiera conocen la forma de defender sus derechos mínimos y legítimos. ¿Cuántos campesinos, hijos de obreros, de lavadores de carros, de lavanderas y de las mal llamadas sirvientas, de hijos de recicladores fueron asesinados para ostentar una “medalla al mérito”, “un ascenso” en la escala militar? No lo sabremos, pues como siempre, quedan en la impunidad tales actos salvajes y crueles.

Los hechos de protesta del año 2021, tuvieron como causal final, la cereza que le faltaba al pastel: “la reforma tributaria” pero antes; en el 2019 también asesinaron a muchos jóvenes, sin cifras oficiales creíbles, pues continúan guardando con gran hermetismo; se sabe de casos notables, como el de Dylan Cruz, asesinado por un agente del Esmad, además que el 22 de noviembre muere Juan David Rojas, en el barrio Bosa El Recreo de Bogotá, y que su muerte se debió presuntamente a una bala perdida en medio del pánico producidos por supuestos vándalos en el sur de la capital. El joven, de 15 años, cursaba grado séptimo en la Institución Educativa Alfonso López Michelsen. Otros casos, son los de dos jóvenes asesinados por el Esmad en Buenaventura, de los que no se saben sus nombres.

El 24 de noviembre se suicidó Brandon Cely, soldado y auxiliar de enfermería, debido a las presiones y acosos de parte de sus superiores y compañeros del Ejército, luego de mostrar su apoyo al paro nacional en redes sociales.

El 3 de diciembre murió Julián Andrés Orrego Álvarez, estudiante de la Licenciatura en Educación Física en la Universidad de Antioquia por la explosión de una papa bomba que este llevaba, mientras se realizaba una protesta en las inmediaciones de la Universidad.[1]

Pero hay otros datos aterradores: las cifras, dan cuenta de más de 700 heridos contando con los de la policía, datos poco confiables, por la desinformación reinante.

Ya al finalizar el año 2021, se inician las protestas, debido a la reforma tributaria que impulsó Duque mediante su ministro Carrasquilla, quien ya tenía en su haber una defraudación a los municipios mediante un contrato de “bonos del agua”, donde dejó endeudados a los municipios.

Según un artículo publicado por la Universidad Externado, firmado por Oscar A. Alfonso R, doctor en planeamiento urbano y regional, economista, docente e investigador: “Los «municipios Carrasquilla» son el peor de los mundos: endeudados por 19 años, sin conexión domiciliaria al servicio de acueducto y sin acceso al servicio de alcantarillado sanitario.”

       Cabe anotar, que las condiciones en las que se encuentra el país, al plantearse la reforma tributaria—, uno de los ases que guardaba el gobierno bajo una manga, aparte de la reforma a la salud, que la tenía en la otra manga de la camisa, y la reforma a la justicia, que presumiblemente tenía en uno de los bolsillos, además: la reforma pensional, con la cual se pretendía aumentar la edad de jubilación, privatizarla y despojar a quienes en un corto término de tiempo, no las reclamasen, y a cambio, darles un bono mensual de pírricos $40.000.

Todos los desafueros cometidos contra la población colombiana, han venido creciendo, aguzados por un congreso que devenga un salario integral de $94.307.150, contra $1.014.980[2]; lo que significa que un obrero debería trabajar alrededor de 7 años, 8 meses y casi un mes más, para tener este salario; y que los congresistas laboran 8 meses y cobran 13, según el congresista Gustavo Bolívar; fuera de que son ellos los que se asignan sus propios incrementos, y que jamás han permitido que se les rebaje el sueldo, por ningún motivo.

Los obreros, tenían la ley impuesta por Uribe Vélez, en la cual, los horarios nocturnos iban desde las 8:00 de la noche, hasta las 6:00 de la mañana; para que los empresarios generaran más empleos, pero hicieron conejo, y no generaron absolutamente nada; a cambio, se enriquecieron aún más. Luego, la ley se hizo “más benévola”, y se alargó en una hora, quedando “el horario diurno” hasta las 8:00 de la noche.

Son demasiadas cosas las que debe mejorar el país; pero hay algo que como persona debe aterrarnos; sin embargo, permanecemos inermes. Nuestra sociedad sufre varias enfermedades graves:

La primera de ellas, es la indolencia, que ha definido la Real Academia de la Lengua, como “la cualidad, característica, estado o la condición de indolente, desidioso, abandonado, descuidado, indiferente, apático, perezoso, vago, haragán que no se siente afectado, o también como imperceptible, inconmovible, despreocupado o indiferente, que no percibe el dolor.”

Decía Israel Rojas, espiritualista, acerca de la condición de la mayoría de los colombianos:

      “Lo que voy a decir, lo que repetido muchas veces, es demasiado patético, la mayor parte de la gente aun cuando no lo dicen, tiene esta filosofía: Mejor que parado, sentado, mejor que sentado, acostado; mejor que acostado, dormido; mejor que dormido, ¡muerto!”

En cuanto a las acepciones: “inconmovible, despreocupado o indiferente, que no percibe el dolor”, causa perplejidad esta condición de algunos colombianos, que permanecen impasibles ante la matanza de los jóvenes y líderes sociales. Según Indepaz, los registros de líderes sociales, políticos y económicos asesinados ascienden a 65 en lo que va del 2021 y en el primer trimestre fueron 42.

Human Rigths Watch, recibió denuncias de 68 muertes; de las cuales, 34 ocurrieron en el contexto de las protestas, de las cuales dos, son policías y 31 manifestantes. La policía mató a 16 manifestantes con municiones letales, disparadas con armas de fuego, heridos en órganos vitales como el tórax y la cabeza, (con claras intenciones de matar); denuncia que el Smad, irrumpió en manifestaciones pacíficas, e hicieron uso excesivo de la fuerza. La cifra de heridos, según el mismo ministerio de defensa, es de 1.100. Nueve personas sufrieron lesiones oculares a causa de cartuchos de gases lacrimógenos disparados con fusiles antidisturbios; periodistas y defensores de derechos humanos fueron heridos, pese a estar identificados plenamente, además, los fiscales, han hecho imputaciones desproporcionadas con cargos de “terrorismo”. Se documentaron, además, casos de golpizas, y algunos terminaron como homicidios.

La sociedad latinoamericana parece odiar a los jóvenes —enfermedad denominada efebofobia—, razón por la cual los obligan a enrolarse en guerras, como en el caso de la guerrilla y del paramilitarismo, y matarlos impunemente.

Cabe preguntarse, ¿qué es lo que motiva a matar a los jóvenes en las diferentes naciones del continente americano? Es irracional que pongan como carne de cañón a lo más preciado de la sociedad: a quienes representan la renovación de la misma. ¿Quiénes son los culpables? Hay una respuesta muy clara: Los que detentan el poder: los mayores de edad —políticos, empresarios, narcotraficantes y militares—.

Hay en esa actitud, el deseo de desaparecer a quienes podrían cambiar la sociedad; pero ¿por qué desaparecer, aniquilar a los menos desvalidos? la razón nos la da un escritor francés: “los débiles matan a quienes temen” porque la clase obrera, campesina e indígena, tiene valores, ética y espiritualidad, contra el egotismo de las clases gobernantes, a quienes solo les interesa mantener el poder, mediante la perpetuación de la ignorancia, mediante el adoctrinamiento y la fuerza. Los gobiernos ladinos solo ejercen su poder sobre la mayoría mediante el envenenamiento de las mentes de los subordinados y el miedo.

Estos procedimientos, muestran el más alto grado de demencia; una enfermedad grave de parte de la mayoría de la sociedad. ¿Por qué matar las semillas de un nuevo futuro? Ningún campesino cosecharía si no hay una simiente fuerte, sana e íntegra. ¿Qué país, o sociedad puede prosperar, crecer y avanzar, si asesina a los sucesores de la raza, a quienes tienen el ADN de los anhelos e ideales más elevados? En la mente sana de un país, la idea de aniquilación, es impensable. Toda sociedad debe ser renovada. En la naturaleza, la vida se renueva maravillosamente; pero es necesario mantener las semillas y mejorarlas. En el caso de los jóvenes, se les debe guiar con amor y carácter en igual proporción, darles una educación en valores, permitirles el armónico desarrollo de sus potencialidades, dándoles oportunidades de crecimiento; permitiéndoles crear en todos los géneros: literario, musical, pictórico, artes escénicas e innovación tecnológica y científica.

 

Colofón

La situación actual del país, sigue deteriorándose. Ya no se quiere escuchar a los distintos estamentos del a sociedad: a los sindicatos, a los universitarios, a los indígenas, a los campesinos y a los jóvenes de la resistencia, que han creado murales, los que luego destruyen los agentes del estado; a los jóvenes de la primera línea, abandonados por el país. El gobierno se ha hecho el de los oídos sordos y el congreso, acabó de negar la matrícula cero, que aparentemente había prometido Duque, que ya completa cientos de mentiras.

Nada puede hacerse, ya que la fiscalía, el congreso, la Procuraduría, el defensor del pueblo, la cúpula militar y los empresarios, están apoyando a Duque, a pesar de haber matado a tantos jóvenes, continuar con su plan de fumigación con glifosato, denunciado ya por su poder cancerígeno, por matar a los microorganismos del suelo, a los insectos,  pájaros y animales y además de envenenar las aguas: Continúa con el fracking, práctica funesta que envenenará los ríos y las fuentes hidrográficas; con la pauperización de la población colombiana mediante sueldos que han perdido capacidad de compra; con la salud y las pensiones en manos privadas, y también sigue permitiendo que la corrupción continúe, pues en los casos de Reficar, con robos por $5 billones de pesos; Saludcoop con $1.4 billones, cartel de la hemofilia: $86 mil millones, Interbolsa: $300 mil millones, Carrusel de la contratación: $2.2 billones,  Universidad Distrital Francisco José de Caldas: $11 mil millones, DIAN; Cartel del sida: $210 mil millones, y en el caso  Odebretch, ha habido impunidad. Muchos hicieron vencer los términos, otros, escaparon a otros países, donde los cobija la justicia; y algunos como a Andrés Felipe Arias —Uribito — lo protegió el estado, pagando una fianza, y ahora goza de cierta libertad en una cómoda casa en el Cantón Norte, de la ciudad de Bogotá.

La sociedad colombiana actual y latinoamericana necesita un psiquiatra, pero el mejor de todos. Requiere volver sobre los valores sobre los cuales se creó la República, esa que nos legaron quienes nos libertaron. Sin embargo, aún hay esperanzas, hay una luz encendida en medio de la oscuridad reinante: un grupo de personas de diferentes estratos y ocupaciones, alza su voz contra tanto desafuero e ignominia. Periodistas de El Canal Uno, de El Canal Dos y de  El Canal Tres; la voz de Daniel Coronel, de Ariel Ávila, de Daniel Samper, de Pirry, de Gonzalo Guillén, y de periodistas independientes de varios departamentos entre los cuales se encuentra la revista digital La cola de rata de Pereira, dirigida por Abelardo Gómez; el periódico El espectador, que no ha sucumbido, y mantiene su ideal de dar a conocer la verdad a toda costa; los artistas Adriana Lucía, Julián Román, Robinson Díaz, Margarita Rosa de Francisco, Loquillo, Martín de Francisco, Víctor Mallarino y otros, que ya han sido asesinados; los políticos Gustavo Petro, Germán Navas Talero, Gilberto Tobón Sanín, Jorge Enrique Robledo, Iván Cepeda Castro, Maria José Pizarro, Ángela María Robledo, Gustavo Bolívar, Ramiro Bejarano, Hollman Morris y Félix de Bedout.

Pero, también nos sorprenden El colectivo de abogados que está representando a los jóvenes, a los que se han unido médicos, psicólogos y otros profesionales para ayudarlos; Gustavo Bolívar con su colecta de dinero para proteger al menos la vida expuesta por los jóvenes; los grupos indígenas que arriesgan sus vidas en aras de colaborar con esa otra Colombia; las madres que están en Primera línea, y que, además de proteger, cocinan; algunas universidades que abrieron sus claustros para que se hagan debates y se oiga a los defensores de los derechos humanos; en fin, hay esperanzas en que ese cúmulo de personas conscientes, busquen un consenso y ojalá, se unan para ejercer oposición a un gobierno que tiene el asa por la sartén, pues es una dictadura soterrada, ya que tiene todos los poderes cooptados y comprados, “por un plato de lentejas.”

Jorge Eliécer Triviño Rincón. Escritor y poeta. Correo: jtrivinorincon@gmail.com

 

[1] Wikipedia. Protestas en Colombia de 2019-2020

[2] Periódico El Tiempo