EL RENACER HUMANISTA

La vida centrada en valores está en decadencia con su símil, la dignidad humana. La identidad social es una ilusión, carece de originalidad, de liderazgo, de credibilidad, de principios y contextos interrelacionales.

 

Por: Mariano Sierra S.

La amenaza al humanismo existe desde siempre y solo puede ser salvado mediante la práctica de los valores y las fuerzas morales propios de la esencia social. La protección humanista también se ciñe al ejercicio de actitudes igualitarias donde la resignación no puede tener cabida. Las obras humanas evocan contando con el otro. Con el invisible, con el desigual, con el caduco social, con el débil perseguido por la vorágine de una política opresora alejada del sentir humano.

Vivir a merced de ideologías impropias indica estar por fuera del eslabón social, es estar por fuera de anhelos democráticos donde primen el pensamiento libre y la solidaridad, es vivir acogido a una estructura desequilibrada.

Nuestro vivir diario parece no indignarnos ante el esperpento político y la forma perversa como se desarrolla la política y la gobernanza. Lo único que puede ayudarnos al cambio es modificar la forma de pensar, es conocer nuestra historia y tener acceso a la cultura, descorriendo el velo de la desconfianza, producto de la culpa, culpa ocasionada por la violencia inherente a la humanidad, donde cada uno vive sus conflictos, sus guerras internas y externas cuyas soluciones se quieren ahondar en posiciones intolerantes y caprichosas.

Esta reflexión pretende dar valor a la revolución humanista en su sentido de cambio hacia una nueva sociedad más humana que sustituya el viejo orden proveniente de la independencia que no fue. El tiempo pasa fugaz, sin sentido, ante el manipuleo productivo, el voraz consumismo y el disparate de tanto placer a quien la tecnología lo absorbe con sus desconcertantes novedades.

El país camina por una senda histórica de rupturas sociales. Ilustración / Hamid

La vida centrada en valores está en decadencia con su símil, la dignidad humana. La identidad social es una ilusión, carece de originalidad, de liderazgo, de credibilidad, de principios y contextos interrelacionales.

El país camina por una senda histórica de rupturas sociales. El proyecto humanista es el proyecto transformador que supera la falsa democracia y de otro lado eleva el nivel de conciencia que va a disminuir las distancias causa principal de la debacle humanista.

La Colombia humana no es un sueño, es una realidad que se está formando con la fuerza del corazón y la razón y la grandeza del espíritu de lucha, que es resistencia contra las practicas injustas. Un proceso humanista conduce a la construcción de sociedades limpias. Por ello, recorrer la historia interroga las causas de las transgresiones que ha vivido la humanidad clamando por un humanismo de expresión inconforme.

Hoy todo se compra y todo se vende. Hasta la conciencia. Así se vislumbra el mayor relajo ético y social. Nada impresiona, nos hemos acostumbrado a la perversión, nos estamos hundiendo cual barco a la deriva. Los mayores vicios sociales acompañan a los gobiernos y a los gobernados.

Las pocas reservas espirituales están en decadencia pues la fe está profanada. La humanidad está herida por la deshumanización, no existe un equilibrio entre ética y moral, no hay pautas de apoyo. Una nueva sociedad humanista busca enfrentar los retos humanos en una sociedad fracturada que no tiene ganas de ser, que rechaza el pensar libre, la tolerancia y la socialización económica.

Los ideales humanistas encienden el ánimo, la pasión y lucha, abriendo fronteras para la revalorización de la persona. Los ideales humanistas combaten lo que deshumaniza. Todo lo que está en movimiento, está en evolución. Debemos ser para los demás con todas nuestras fuerzas.

A esos ideales humanistas le temen los poderosos, pues ponen en fuga a los que abusan de sus poderes. La grandeza del imperio humano vence todo obstáculo, aplastando cualquier inmoralidad social.

El renacer humanista supone la formación de una nueva sociedad incita en la naturaleza y la historia. Ilustración / Daumier

No es hora de callar, no es hora de seguir paralizados ante el asombro de un tumultuoso mundo. Es hora de seguir, nada de resignarnos por temores infundados. Un país será aquel donde los hombres ven la realidad a través de sus convicciones como ciudadanos de la esperanza.

El renacer humanista supone la formación de una nueva sociedad incita en la naturaleza y la historia, el hombre en su dimensión es cambiante para elevarse logrando consolidar valores y principios. El hombre por creación-evolución está al servicio de los demás, suministrando su capacidad, sus juicios, su sabiduría, perfilándose precursor de las problemáticas políticas y sociales.

El espíritu humanista afirma la dignidad y el valor del hombre elevando su nivel de conciencia en pro de la libertad. Van en contra de la humanística los corruptos, los que callan, los que manufacturan actos indignos, los que se adhieren a la mea culpa. Es decir, los que no reconocen sus malas posturas.

La conciencia fracturada por actos de transgresión no se puede apaciguar con observaciones o actos de fe o sacramentales casuísticamente. Por ello debemos reconocer lo indigno y denunciar a los que quieren destruir el espíritu humanista como un deber social, con base en una rebeldía con causa.

Los actos de gobiernos, los actos de sociedad carecen de sentido humano, carecen de verdad real cuando desvían sus conductas hacia lo profano. No hay solidaridad humana cuando hay abandono social, cuando desconocemos nuestras posturas de empleadores, de empleados, de familia, de ejercer nuestras profesiones, de ejercer los distintos cargos sociales, públicos o privados, sin ser atendidas responsablemente.

La formación de un nuevo sentir humano proclama responsabilidad, reclama unidad ciudadana concreta para los propósitos sociales, para atender los desafíos, para reconstruirnos como personas dispuestos a ejercer cogobierno y control democrático usando el dialogo al unísono con una gestión viva llena de esperanza y fraternidad.

El acontecer histórico ha propiciado hechos con relación a nuestros trabajos diarios que han puesto en débil situación la condición humana, dejando en alto grado de vulnerabilidad lo humano y lo natural.

El proyecto Colombia humanista pertenece a todos, pues nos asocia para interpretar los deseos de cambio en lo material, lo social, lo político, lo ético. A todos nos competen unos derechos y unas obligaciones por el hecho de ser personas, por el hecho de estar en el mundo ejerciendo actividades en pro de todos.

Cuando vivimos y somos deshumanizantes, estamos reduciendo al ser humano a una mínima expresión, a la condición de invisible, de un caduco desprovisto de personalidad. La civilización actual globalizada y neoliberal está revestida de muchos ropajes para el hombre.

Para cada situación, el hombre utiliza un ropaje, se camufla como el camaleón, desfigurando su identidad. Apareciendo como una bestia unas veces y en otras como un ser capaz pletórico de fraternidad y amor. La globalización ha quebrado el sentir cultural, educativo, social patriótico, pero no podrá vencer las fuerzas morales; ha quebrado la capacidad de servir, pero no podrá quebrar el amar.

El descontrol social, político y espiritual ha llevado al hombre a la masificación, perdiendo derechos, perdiendo naturaleza humana, viviendo en un estado de temor e indecisión para tomar decisiones por miedo a perderlo todo, por miedo a ser perseguido por los distintos organismos públicos.

Alguien decía que la libertad se logra cuando se tenga el poder para oponernos a los abusos. Fragmento / Miguel Ángel

En la crisis de la degradación humanista, ante la ausencia de la verdad, ¿qué hacer? Frase lapidaria de Lenin en momentos de la crisis social soviética. El hacer no es otra cosa que buscar el cambio con denuncias y exigencias, con comportamiento ético en la vida diaria, liberando todo odio, todo rencor.

Alguien decía que la libertad se logra cuando se tenga el poder para oponernos a los abusos. Y como decía Gandhi: “El hombre tendrá libertad, hasta tanto desarrolle una libertad interior y hasta que cualquier proceso de paz y o de políticas sociales tenga en cuenta el país humano y natural”.

El silencio y la resignación son cómplices perversos de la ausencia de humanismo. Lo humano ha sido absorbido por la tecnología, el consumismo y la indiferencia a costa de las necesidades sociales.