Escena de la obra Fuego interpretada por A Comuna de Portugal. Fotografía Javier García.

Un reportaje para el teatro pereirano (II)

Con ‘Amigos del Arte’ finalizamos un periódico mimético, que encontraba en la reproducción de lo ajeno la única respuesta. Los espectadores de entonces estaban padeciendo el tedio de años de repetición y bostezaban ante las mismas recetas del “teatro visita”[19]. Era tiempo de cambiar el menú, con la creación de movimientos, montajes escénicos y dramaturgias autóctonas, que construyeran una identidad desde lo que éramos y representaran los asuntos colombianos.

Portadas de algunos programas de mano de la Sociedad de Amigos del Arte en el decenio del sesenta. Archivo Pilar Gómez Font.
Portadas de algunos programas de mano de la Sociedad de Amigos del Arte en el decenio del sesenta. Archivo Pilar Gómez Font.

 Por: Nathalia Gómez Raigosa

Para alcanzar esos ideales había que ir contra del teatro de corte español, declamatorio y de estilo costumbrista, que evadía la reflexión desde la escena e ignoraba los últimos desenvolvimientos teatrales en el resto del mundo.Los susurros del inconformismo y la rebeldía mundial resonarían en nuevas formas de teatralidad, que se sinterizaron en una expresión de renovación, El Nuevo Teatro[20].

Esas resonancias llegaron hasta el movimiento pereirano gracias a que en 1977 Eduardo López Jaramillo, secretario ejecutivo de la Sociedad de Amigos de Arte en su segunda etapa,realizara el Primer Festival Internacional de Teatro por medio del cual los ciudadanos pudieron contemplar en el Polideportivo (hoy Coliseo Menor), las agrupaciones: Rajatabla de Venezuela, El Galpón de Uruguay, La Comuna de Portugal, Arteón de Argentina, la compañía Mimos con actores de Uruguay y Francia y los colectivos españoles El Búho y El Albaicín.

Se trataba de una coyuntura única, pues el Festival Internacional de Teatro de Manizales[21] pasaba por una profunda crisis económica y logística que obligó a suspenderlo por diez años a partir de 1972. Además existían gestores nacionales interesados en trasladar el festival de la capital caldense para Bogotá. Así que la muestra teatral de Pereira buscaba asumir el desafío de convertirse en un referente de la cultura nacional y de paso, controvertir  la medida centralista.

Todos los grupos participantes tenían un perfil y unas luchas muy similares: realizaban un trabajo independiente, lejos de ser considerado comercial o de entretenimiento, sus obras trataban de representar la realidad del país o de una época específica, la injusticia y la desigualdad eran tropos recurrentes en su dramaturgia y el Estado no les apoyaba sino que por el contrario perseguía u obstaculizaba su actividad.

Escena de la obra Fuego interpretada por A Comuna de Portugal. Fotografía Javier García.
Escena de la obra Fuego. interpretada por A Comuna de Portugal. Fotografía Javier García.

Pese a la censura que sufrieron muchos grupos,el teatro latinoamericano estaba pasando por un momento clave y Pereira era testigo ocular de esas transformaciones, del cambio de paradigma que se planteaba. El Festival de teatro realizado en Pereira tuvo un éxito rotundo, pues dejó abierto un abanico de proyecciones, entre ellas: realizar a comienzos de 1978 un festival de teatro nacional y la segunda versión de Festival Internacional en Pereira. Proyectos que no se llevaron a cabo sino hasta que, muchos años después, naciera la Corporación Biblioteca Pública, en cabeza de Julián Serna, y retomara el programa escénico.

Fue solo hasta 1979, Año Internacional de la Niñez, proclamado por la ONU, cuando la Sociedad quiso impulsar otro festival internacional, esta vez de teatro infantil, que iba a tener como sede principal a Pereira pero que se planeaba desplazar a los municipios de Risaralda y Quindío, durante mayo y junio de ese año. Sin embargo solo pudieron realizarse dos funciones de la agrupación Trabalenguas de Madrid y el evento tuvo que ser cancelado por la irresponsabilidad de un funcionario que hacía las conexiones aéreas de los artistas.

Mientras tanto el ambiente teatral pereirano se caldeaba con personajes como Antonietta Mércuri, quien había llegado a la ciudad en 1968 tras haber estudiado en Roma, actuación y dirección, en la Academia Nacional de Arte Dramático de Silvio D’ Amico y en otras instituciones especializadas en artes escénicas, por medio de una becada del Icetex, otorgada por haber ganado en el Primer Festival Nacional de Teatro el puesto a la mejor actriz de carácter, galardón que le arrebató a la recién llegada de Argentina, Fanny Mikey.

Mércuri estaba interesada en apoyar el movimiento de teatro estudiantil desde la UTP. Conformó un colectivo que al comienzo se llamaba Grupo de Teatro de la Universidad Tecnológica (T.U.T.), pero después pasó a ser Los Juglares, como un acto de rebeldía ante las limitaciones de espacio impuestas por María Teresa Salazar de la Cuesta, directora del Instituto de Bellas Artes, que los obligaban a rodar por Pereira en busca de sitios prestados para poder ensayar, “como si se tratara de comediantes de la Edad Media” [22].

Los Juglares iban y venían por todo Risaralda, Caldas y Valle, pues en un día podían realizar hasta dos o tres funciones. Utilizaban su tiempo libre para ensayar jornadas extenuantes; sacaban de su bolsillo para transportarse y elaborar vestuarios y escenografías; realizaron más de 40 montajes, algunos con textos adaptados, otros adaptaciones propias, creaciones colectivas [23], procesos de investigación in situ y de participación del público. Tuvieron muchas presentaciones en colegios, cárceles, veredas, sindicatos, universidades, festivales, plazas, teatros, barriadas de invasión, huelgas universitarias, paros obreros, fábricas y calles.

José Fernando Marín, integrante de Los Juglares, además sostiene que con Antonietta llega por primera vez a Pereira el método Stanislavski, así como la técnica de distanciamiento de Bertoldt Brecht. El mundo no conocía  aún el Teatro Pobre de Jerzy Grotowski y Antonietta ya lo trabajaba con sus puestas en escena minimalistas.  “El teatro de arena[24] que se planteaba en otros países como propuesta, nosotros lo encontramos por necesidad”[25], sostiene Reina Sánchez, otra de sus alumnas.

Presentación de La Madre de Máximo Gorki. En la foto: Reina Sánchez, Antonietta Mércuri, Delio Duque, José Joaquín Montoya, Juan Morales. Archivo Reina Sánchez
Presentación de La Madre de Máximo Gorki. En la foto: Reina Sánchez, Antonietta Mércuri, Delio Duque, José Joaquín Montoya y Juan Morales. Archivo Reina Sánchez

El mayor incentivo que tenía la profesora Mércuri para continuar su trabajo en la U.T.P. era fundar una licenciatura en artes escénicas, como se había hecho con los programas de música y artes plásticas, o por lo menos una escuela de teatro, aspiración que Jorge Roa Martínez también profesó al fundar el alma máter. Sin embargo, nunca se logró consolidar, por lo que la docente renuncia en 1981 después de 12 años de trabajo continuo, alegando acoso y represión laboral por parte de su jefe inmediata, María Teresa de la Cuesta.

El no reintegro de Antonietta a la UTP causó la indignación del gremio cultural de la ciudad y la mítica toma a la Iglesia San Antonio María Claret, por parte de los estudiantes. Algunos de los actores de Los Juglares ingresaron al grupo de Gustavo Rivera, mientras reemplazaban a Mércuri en aula.

Gustavo Rivera, originario de La Celia (Risaralda), se había hecho director de teatro después de haber recibido en sus años de juventud las enseñanzas del maestro Enrique Buenaventura, mientras éste “adelantaba talleres con los actores juveniles más aventajados del Valle del Cauca”[26]. Al llegar Rivera a la ciudad en 1971, corrió con la suerte de que estaban necesitando un director para el grupo de Teatro de la Universidad del Risaralda, hoy Universidad Católica de Pereira, que había sido dirigido por Gustavo Orrego y Francisco González Lotero, poeta pereirano.

En un mes maratónico, Rivera montó Fusiles del sol, obra de su autoría estrenada el 5 de octubre 1971 en la sede del alma máter. Por tan excelente desempeño fue llamado a liderar la agrupación de teatro del hoy reducido Instituto Departamental de Cultura, donde además dirigió talleres en todas las Casas de la Cultura de los municipios risaraldenses, por medio de Extensión Cultural del Departamento.

En 1986 nació Nueva Escena, después de que despidieran la planta de trabajadores de Extensión Cultural, por malversación de fondos, lo cual según Juan Carlos Londoño, alumno de Gustavo, fue: “un pretexto politiquero para sacarlos del sistema”[27].

En toda su trayectoria, el grupo de teatro del maestro Rivera montó 21 obras, casi todas partir de la creación colectiva. En el aula, la práctica siempre estuvo trasversalizada por la teoría que el director Rivera había acumulado a lo largo de su vida, con los múltiples diplomados y cursos en dramaturgia, estética y critica teatral, pero también a partir de su formación autodidacta, pues con obsesión se enfrenta hasta hoy a textos marxistas y los grandes teóricos del teatro universal.

Por tan amplios conocimientos, su alumno, Hernando Taborda, se atreve a describir a Gustavo como: “Una enciclopedia de teatro que camina”[28], quien además sostiene que otros colegas lo llamaban “el decano de las artes escénicas en Pereira”[29]. Para Juan Carlos Londoño estos apelativos no son una exageración, pues según él, Rivera es: “el hombre que más ha estudiado el proceso teatral en Pereira”[30] y un referente obligado por sus 40 años labor teatral.

El 2 de agosto del 2002 la gobernadora Elsa Gladys Cifuentes condecoró a Gustavo Rivera con la Cruz de Risaralda, por: “su invaluable aporte a las artes escénicas del departamento” y el 29 de octubre de 2012 la Asociación Pereirana de Grupos de Artes Escénicas (APGAE) le rindió un sentido homenaje, por su importante trayectoria artística, pues a sus casi 70 años el maestro Gustavo Rivera aún sigue trajinando la escena teatral pereirana, como los hombres a los que Bertolt Brecht llamó imprescindibles.

Tanto Mércuri como Rivera sirvieron de universidad para que los colegiales de la década de los setenta se convirtieran en directores recorridos, que se atomizaron en diferentes agrupaciones, que a su vez formaron otros artistas. Pues a falta de educación formal que se ocupe del teatro en la ciudad, sus actores se educan en las tablas y en las vicisitudes que les va deparando el camino.

Estos son a grandes brochazos los hallazgos que responden en cierta medida los cuestionamientos que nos hicimos inicialmente: ¿De dónde viene el teatro pereirano?,  ¿cómo se ha configurado el movimiento teatral en su historia?, ¿es posible hablar tradición del oficio de las tablas en la ciudad?

A mi modo de ver estás preguntas no se habían podido responder por la existencia de una brecha generacional, un abismo que separa a los teatreros primigenios, pertenecientes a la élite pereirana; con los trabajadores modernos que transformaron esta actividad comercial en una apuesta política y con la camada de jóvenes que experimentan con lenguajes contemporáneos y han podido llevar el teatro pereirano a diferentes escenarios nacionales e internacionales.

Esa asidua negación entre los teatristas de ayer y los de hoy, ha impedido que los actores que han girado en torno al hecho teatral de la ciudad, en sus diferentes épocas, se reconozcan, sepan de dónde vienen, cómo su trabajo ha sido influido o ha servido de canon para los demás y aquí quiero citar de nuevo a Fernando González Cajiao, cuando dice: “No es lo mismo la carencia de identidad cultural que la ausencia de tradiciones culturales” (1986, p. 25).

Hay que pensar en Reportaje del teatro de sala en la escena pereirana como apertura para futuras pesquisas, pues este collage solo alcanza a llegar hasta 1980, por lo que no recapitula los años que siguen, una década muy relevante de analizar, pues es cuando se logra un mayor despliegue de las artes escénicas del municipio.

También estamos en mora de analizar la dramaturgia local, pues existen numerosos autores de nuestro teatro, que no han sido tenidos en cuenta en los estudios literarios regionales, entre los que se encuentran: Lisímaco Salazar con tres obras operáticas y dos comedias; las piezas de las damas cívicas, Eucaris Jaramillo y Temis Pardo; la reconocida escritora Alba Lucía Ángel, con dos obras inéditas; el teatro de corte político escrito por Antonietta Mércuri y Gustavo Rivera y Jairo Santa con sus textos infantiles, por mencionar algunos nombres del inexplorado mundo de las letras del teatro. La invitación queda abierta para seguir investigando este poderoso arte que nos dice tantas cosas de lo que somos. 

Pereira, marzo 27 de 2014.

 

Citas

[1] Avellaneda, Asnoraldo (1985, agosto. 30) “Pereira del pasado”. El Diario, No. 16798, p. 10.

[2]La Compañía Luque fue de las primeras compañías españolas en recorrer el interior del país en la primera mitad del siglo XIX, bajo la dirección de Mariano Luque.

[3] Avellaneda, Asnoraldo (1985, agos. 30) “Pereira del pasado”. El Diario, No. 16798.

[4] Gómez C, Obdulio (1.916, marzo. 4) “Necesidades de Pereira”. El Polidor, No. 18.

[5]Op. Cit.

[6]Correa Uribe, Emilio (1926, mayo. 8)  “Confetti XVI”. Variedades,No. 64.

[7]Correa Uribe, Emilio (1935, septiembre. 30) “Teatro Caldas”. El Diario, No. 2000.

[8]Las crónicas de Luciano García narran anécdotas de inicios del siglo XX, fueron tituladas “Estampas de Pereira” ypublicadas por El Diario en su ejemplar del 30 de agosto de 1966.

[9]Correa Uribe, Emilio (1935, septiembre. 30) “Teatro Caldas”. El Diario, No. 2000.

[10]Salcedo Silva Hernando, Crónicas del cine colombiano, 1897-1950. Carlos Valencia Editores. Bogotá, 1971, p. 71.

[11]Correa Uribe, Emilio (1927, julio. 2) “La bellísima Kermesse del martes en la Plaza de Bolívar”. Variedades, No. 124, p. 13

[12] Esta fecha fue hallada en cartas de elogio por su fundación en los archivos de la Sociedad de Amigos del Arte, abandonados en la Academia Pereirana de Historia.

[13]Balletina y fundadora del Ballet Clásico Silvia Osorio, entidad perteneciente a la Sociedad de Amigos del Arte. Esta bailarina murió en un trágico y misterioso accidente en 1953. El 3 de febrero de ese año la Sociedad expidió una resolución en la que se dispuso, que un retrato de Silvia fuera puesto en el salón de sesión y que su nombre siempre perdurara en la lista de socios efectivos, “para perpetuo estímulo y ejemplo de ellos”.

[14]Esta información se pudo establecer gracias a que la alumna Alba Lucía Jaramillo, conservaba una programación teatral del Teatro Escuela en su álbum familiar.

[15]Pilar Gómez Font, en entrevista vía correo electrónico. Madrid, 12 de septiembre de 2013.

[16]Osorio, Luis Enrique (S.F pero se estima que pudo haberse publicado entre diciembre del 1964 a mayo de 1965) “Artistas de Pereira”. Teatro, Vida Cultural, El Tiempo

[17]El 21 de mayo de 1966 Catalina Font de Gómez regresó a España con su familia.

[18] Osorio, Luis Enrique (1964, noviembre. 15) “Teatro”, Vida cultural. El Tiempo.

[19]Este término era utilizado por Santiago García para referirse de forma irónica a ese tipo de teatro especialmente burgués, tan parecido a lo que en la actualidad se presenta en la televisión.

[20] El Nuevo Teatro según los historiadores fue el período comprendido entre 1965 y 1985 (aproximadamente). Este movimiento según conceptualiza María Mercedes Jaramillo en su libro Nuevo Teatro Colombiano: arte y política, “reflejó los cambios políticos y sociales que vivía el país y se captaban en su vida cultural. (…) es la concretización de una cultura popular que ha sabido resistir a través de los años: la discriminación, la marginación y la represión ejercida por la cultura oficial dominante; que ha controlado todos los medios de comunicación, que han regulado los programas educativos y que ha definido la política cultural nacional”. (1992, p. 346)

[21]En el 1968 se creó el Festival de Teatro de Manizales, que acogió los grupos mas destacados de América Latina e ilustres invitados como Pablo Neruda, Ernesto Sábato, Mario Vargas Llosa, Miguel Ángel Asturias, Jack Lang y Jerzy Grotowski, entre otros. Tras cinco ediciones el festival de Manizales se canceló ante la cada vez más radical posición política que menoscababa el teatro y que terminó por escandalizar a la tradicional población manizalita. (Esquivel, Catalina, “Teatro La Candelaria: Rasgos de una Dramaturgia Nacional”. Tesis doctoral publicada en internet. Universidad Autónoma de Barcelona, 2010, p. 22).

[22]Redacción El Reportero (1979, diciembre) “El grupo teatral juglares, una vida, en trabajo, una meta”. El Reportero.

[23] La Creación Colectiva es un baluarte del patrimonio cultural multiétnico de América Latina, pero sin negar la tradición clásica teatral o los aportes técnicos de otros grupos teatrales europeos o estadounidenses. Respondió al deseo de llegar a un público popular. Este hecho obligó a la gente del teatro a representar obras que reflejaran los conflictos cotidianos, a nutrirse de fuentes vivas de la cultura, el folklore, las creencias populares y a recoger los hechos históricos determinantes en la vida de cada país. (Jaramillo, 1992, p. 93)

[24]El Teatro de arena es una técnica originaria de Sao Pablo (Brasil) a mediados del siglo XX, tiene por objeto la economía del espectáculo, no se utilizan escenarios, sino que se actúa en locales improvisados en forma circular.

[25]Reina Sánchez (en entrevista vía correo electrónico). Bogotá, octubre 21 de 2013.

[26]Gustavo Rivera (en entrevista personal). Pereira, mayo 28 de 2013.

[27] Juan Carlos Londoño (en entrevista personal). Pereira, febrero 23 de 2013.

[28] Hernando Taborda (en entrevista personal). Pereira, noviembre 19 de 2013.

[29] Hernando Taborda (en entrevista citada)

[30] Juan Carlos Londoño (en entrevista personal). Pereira, febrero 23 de 2013.

 

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