El encanto de los diarios

Porque Thomas Mann nació grande, siguió siéndolo hasta el día de su muerte y después. A los 25 años y en los albores del siglo XX publicó su primera novela “Los Buddenbrook” que lo proyectó de inmediato a la gran literatura del mundo y a partir de allí fueron sucediéndose, una tras otra sus obras que constituyen, cada una un hito en la literatura de Occidente.

Thomas Mann

 

Por: José Charlarca*

En mi vida de lector, las memorias, los diarios íntimos, las autobiografías y las biografías han ejercido una poderosa fascinación. Creo que su lectura me da la oportunidad de una conversación directa, real y sincera con el autor y de conocer de primera mano todo lo que lo toca, sus alegrías, sus fortalezas, sus debilidades, sus miedos, sus temores, sus dudas, sus certezas, en fin, su ser en la más absoluta totalidad.

Pero mientras más obras de este género tengo oportunidad de leer más terreno gana en mi mente la duda sobre la posibilidad de lograr ese acceso. Porque por mucha que sea la voluntad del autor en sincerarse y decirlo todo sobre sí mismo, siempre habrá un veto de censura que le impone el instinto de conservación y la obligación de defender y conservar la identidad. A la hora de la verdad todos acabamos posando para las memorias o las anotaciones en el diario.

He concluido la lectura del volumen 2 de la edición castellana de los Diarios de Thomas Mann 1918-1936 el primero, 1937-1939 el segundo; por lo que he logrado averiguar, pese a que la edición la hizo Plaza y Janés en 1986-1987 no hay noticia sobre la publicación de un tercer volumen en los 28 años corridos hasta hoy.

Por disposición testamentaria de Mann los Diarios solo se empezaron a publicar en 1975, veinte años después de su muerte acaecida en Zurich (Suiza) en 1955, lo que privó a las biografías que se escribieron antes de su aparición, de una herramienta fundamental para obtener un conocimiento más aproximado de su ser y acontecer.

Sorprende su paciencia para afrontar los continuos desplazamientos en barco, tren o automóvil, los cambios de residencia, su entusiasmo y empeño en la realización de su obra literaria; la atención sin desmayo a los compromisos de conferenciante en universidades y ante distintos auditorios que en muchas ocasiones registran miles de asistentes.

Hasta en el más sencillo asiento de su diario se percibe su aliento de gran hombre, que encarna un cúmulo de valores de clase, de nación, de inteligencia superior que soportan su figura de gran señor. Porque Thomas Mann nació grande, siguió siéndolo hasta el día de su muerte y después. A los 25 años y en los albores del siglo XX publicó su primera novela “Los Buddenbrook” que lo proyectó de inmediato a la gran literatura del mundo y a partir de allí fueron sucediéndose, una tras otra sus obras que constituyen, cada una un hito en la literatura de Occidente.

A lo largo de las páginas del Diario se trasluce la gran admiración  que le despertó la obra y la vida de Goethe y lo que esta significó para la cultura y la vida europea en los finales del siglo XVIII y el siglo XIX y su deseo de lograr o representar con la suya y su literatura un papel semejante y de verdad lo consiguió con sus monumentales novelas “La Montaña Mágica” y “José y sus hermanos”

Al concluir la última página del tomo de Diarios referido a 1937-1939 se siente la satisfacción de haber estado en los dominios del genio, de un gran espíritu humano y una admiración rendida por ese hombre que en circunstancias tan difíciles, fue capaz de producir una obra tan lograda.

 

*José Chalarca es pintor y narrador caldense.