Los jardines

El oscuro velo que tapiza la tierra con carne lo llevó a la guillotina ¡irá a parar al infierno! Susurraron las bocas. Su cuerpo nunca dijo nada, cayó en la arena, marchito. Su cabeza rodó, viendo por última vez girar el mundo con tanta prisa…                                                                                                                 

                                                                                                                       

Por: Alex Noreña

Ilustración: Daniel Román

imagenFue el día cero para Miguel Torres.
La tarde ulterior, él, descendió de la montaña al pueblo…
Fijo en los muros de todas las casas leyó:

Se busca hombre de 1.75 de estatura, responde al nombre de Fred, se le vio por última vez cerca de la plaza.
Se busca mujer de 25 años, responde al nombre de María. Si sabe algo, favor informar al cardenal.
Pedro está desaparecido hace 5 días, hay una buena recompensa para el que dé información de su paradero.

El paso presuroso lo llevó a la plaza, allí, detenido, una nube surgida de los jardines llegó a sus fauces, un extraño olor a sangre se extendió por el espacio y fue a sus entrañas…
Al abrir los ojos, tras varios intentos por reconocer todo aquello que lo rodeaba, ve a lo lejos a Fred caminando lento, y a María al lado de Pedro… Al gritar uno a uno los nombres, Miguel cae en el pavimento, ensordecido y con la vista nublada.
Torres despertó tras los barrotes de una celda, seguido de la prolongación de la palabra muerto ¡lo queremos muerto!, ¡muerto!… A su nariz volvió el recuerdo a sangre, el rojo hosco perteneciente al polen. ¡Muerte! ¡Muerte al asesino! Gritó la turba.
Pasaron las horas, el silencio hurgó en los oídos de Miguel. El oscuro velo que tapiza la tierra con carne lo llevó a la guillotina ¡irá a parar al infierno! Susurraron las bocas. Su cuerpo nunca dijo nada, cayó en la arena, marchito. Su cabeza rodó, viendo por última vez girar el mundo con tanta prisa…
Las horas transitan al revés. Fernando, un hombre que viene del campo al pueblo. Lo han visto caminar cerca de los jardines, gritando los nombres que han estado por mucho tiempo fijos en los muros de todas las casas, miraba con terror las flores.