A propósito del 8 de marzo

Este día debe ser, en fin, la oportunidad para renovar fuerzas y seguir luchando en lo personal y en lo colectivo contra todas las ataduras (interiores y exteriores) que nos impiden avanzar en el camino hacia la liberación. La lucha no es fácil, pero vale la pena.

 

Por: Gloria Inés Escobar

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es una fecha para reflexionar, para cuestionar, para renovar la fuerza y la lucha. El 8 de marzo es la fecha más importante para las mujeres.

Más allá de lo que este día significa históricamente –la conmemoración de mujeres que dieron todo, hasta la vida, por defender el derecho a un trabajo y una vida en condiciones de igualdad y respeto– esta fecha es una oportunidad para que reflexionemos sobre nuestra posición en la sociedad; para que nos preguntemos, entre otras cosas:

¿Por qué en plena modernidad sigue existiendo discriminación de la mujer en todos los ámbitos: laboral, económico, político y social?

¿Por qué tenemos que cargar con toda la responsabilidad de la crianza de los hijos, del cuidado de los enfermos y de los ancianos?

¿Por qué el trabajo que realizan las amas de casa, de domingo a domingo, sin descanso, sigue siendo invisible y no valorado social y económicamente?

¿Por qué seguimos siendo consideradas muñecas, seres humanos estúpidos e incapaces, y objetos de propiedad privada de los hombres?

¿Por qué después de una dura jornada de trabajo fuera del hogar debemos seguir trabajando en las cuestiones domésticas, mientras los hombres llegan a descansar y a que les sirvan?

¿Por qué seguimos siendo obligadas a tener sexo con nuestra pareja si no queremos?

¿Por qué las decisiones importantes y trascendentes en la vida las toman generalmente los hombres?

¿Por qué seguimos permitiendo que se nos valore solo por nuestra apariencia física y como consecuencia de ello, hacemos todo lo que sea necesario para hacernos cirugías con el fin de vernos como el mercado dice que está bien?

¿Por qué seguimos permitiendo que otros decidan por nosotras aun sobre aspectos que nos atañen solo a nosotras?

¿Por qué muchas mujeres siguen deseando depender económica y psicológicamente de los hombres?

¿Por qué muchas mujeres temen su liberación?

¿Por qué la violencia contra la mujer no disminuye?

Cada mujer de acuerdo, a sus propias circunstancias, debería cuestionar todo aquello que no cree justo ni válido, todo aquello que la ata y la minimiza, que la hace sentir inferior. Las mujeres no somos menos humanos que los hombres. Como ellos, tenemos fortalezas y debilidades, tenemos capacidades y sueños que desplegar y cumplir.

No hay que aceptar las cosas tal y como están solo porque el resto dice que así son. La humanidad ha estado engañada en muchas de sus apreciaciones y creencias, por eso no hay que tener temor a cuestionar, ni siquiera a la autoridad establecida. Si una autoridad, sea cual sea, no permite ser cuestionada, dicha autoridad es espuria, y por tanto inválida, además de peligrosa.

Este día no es para aceptar flores o dulces o frases melifluas, y no es que no nos gusten todas esas cosas o que sean malas por sí mismas; los halagos y cariños son agradables, pero cuando no tratan de sustituir o camuflar el respeto y el buen trato que debe estar por encima de todo.

El mejor homenaje que un hombre puede hacer a una mujer es considerarla como su par, como su compañera. Las flores y los mimos ya vendrán por añadidura en cualquier momento.

Este día debe ser, en fin, la oportunidad para renovar fuerzas y seguir luchando en lo personal y en lo colectivo contra todas las ataduras (interiores y exteriores) que nos impiden avanzar en el camino hacia la liberación. La lucha no es fácil, pero vale la pena.