De padres antioqueños, Amílcar Osorio, o Amílkar U, su seudónimo, nació en Santa Rosa de Cabal en 1942. Estudia en el Seminario San Juan Eudes de Jericó, luego pasa a vivir en Medellín donde conoce a varios poetas influyentes, entre ellos a Gonzálo Arango, con quien funda el movimiento Nadaísta en Colombia. Recorre varias ciudades del país, y es en Cali donde conoce a Jaime Jaramillo Escobar. En 1962 se distancia de Gonzálo Arango y se marcha a Estados Unidos; allí vive un tiempo de gran creación poética y establece contactos culturales con la Generación beat. En 1985, el 12 de Febrero, muere ahogado en una laguna de las afueras del casco urbano de Jericó.
STANZA
parece que ante fue un garaje a donde vinieran
los carros a dormitar, parece que antes fue una
floristería de flores venenosas y dispersas. Parece
que antes también fue una botica de cosméticos
o algo por el estilo.
pero, en realidad, fue la morada de algunos pétalos,
de palabras inciertas, regalos y amores indecisos
todos.
parece que ahora es algo así como un recuerdo,
como algo que se alquila o se venera.
CUERPO CELESTE
Con aplicación reverente
va fundando besos
por todo mi cuerpo:
aquí uno frio y rápido
como un Aldebarán apagado,
aquí uno más ardiente, Betelgeuse,
aquí un mordisco, aquí una luna,
aquí otro y otro aquí, asteroides,
aquí las Pléyades, y en el pecho
la vagante supernova,
una binaria azul en las caderas,
uno de cráteres abiertos en la boca,
cúmulos estelares en la frente,
hasta convertirme en la equivocada
constelación de la Medusa
fija en el firmamento de esta noche.
DEL LADO DE LOS SUEÑOS
esta noche, la noche ha pasado su buen rato
recorriendo las avenidas desoladas,
visitando el purulento río
que parte la ciudad como su tajo de podre:
incógnita e indiscreta ha subido
las turbias escaleras que conducen
a hoteles y residencias donde los pederastas
hacen el amor con los muchachos;
impúdica y con aire despreocupado
se ha ido por callejones de cuchillos,
por crudas luces que caen a las calles
como empujadas desde las cantinas
y los lupanares de gritos recedidos.
Esta noche, en tanto, yo me he ido yendo solo
por las encrucijadas del lado de los sueños,
alejado de los sobresaltos, por un mundo
muelle y quieto, cercano e impalpable,
por unos estanques de luz sin precedentes,
por unos giros desconocidos y vagos,
para caer, de súbito, al amanecer,
entre sus brazos de aurora boreal.
P. V. y J. J.
Llora sobre mi corazón la lluvia
de su canato de muchacho desolado.
Lloro contenido de duras gotas,
trizas de mica tibia sobre el desierto
de este pecho que agita sus dunas
alejando cada vez los oasis:
lágrimas que se hunden en la piel
buscando las cisternas de la ternura,
lagrimas que buscan la sangre
para convertirse en rosas fijas.
“¡Llora sobre Rahoon!”, llora aunque sea sobre mí.
ÉTUDE IV
La palabra “garulla” —del demótico,
la entendía y pronunciaba
de manera muy precisa.
Sabía yo lo que significaba
pero no de la manera tan precisa
como él la sabía y solía musitarla.
Hoy, yo diría,
si no fue de manera
muy “garulla” (del demótico —preciso)
como se ha alejado
hacia las costas del Long Island Sound.
LA ALCOBA ESTREMECIDA
El muchacho al alba
sobre el lecho sentado
sus pies calza y deja
caer sobre las sábanas
aromas de su espliego,
antes de irse al colegio.
A quienes a muerte
han condenado les sucede,
y a los que perdieron
la guerra y a aquellos
después de recibir
en la mejilla el beso
de la despedida, se quedan
soñando en su lecho
con el muchacho
que al amanecer deja
la alcoba estremecida.
EL MUCHACHO DEL METROPOLITANO
—reproducción Romana
Una mano le queda,
a medio empuñar,
en la nalga izquierda.
Perdió la cabeza,
por algún pederasta,
en otros tiempos.
Los pies se le gastaron
viniendo al museo
—los muñones de mármol.
Los brazos, tal vez,
los agotó nadando
para venir a América,
o en un abrazo
despidiéndose.
El tronco curvado
a la manera curva
de los que saltan
o se ofrecen.
La parte del cuello
por donde la bajaron
vino y aire.
El pubis herido
en la parte
de los genitales
benevolentemente,
como para que no
reprodujera igualdades.
FORMINX
Entre su cuerpo y el mío
es una luna su muerte.
IV
En el cuenco de mis manos
ya no caben sus hombros.
Midón: “Calló el dueño,
calló el invitado,
calló el blanco crisantemo”.
Cerca de Perigord le comparé
a un “summer´s day” que se mutó
en esta tenebra: “Je suis le tenebreux,
le veuf, l´inconsolable”.
Un mausoleo le he levantado
en la memoria y que “juzguen
los dioses como se le ha amado”.
TORSO
El pedazo que queda
consiste en los tobillos,
el epigastrio, las caderas,
el bajo vientre.
Las nalgas y la espalda
están recostadas al muro.
No se sabe si es un despojo
de las guerras dorias
o un muchacho del gimnasio.
Pero muerto como vivo
es una mera estatua.