Acá un breve pero intenso recorrido por la obra de la escritora y artista Astrid Arboleda, con un recuento de varios de sus poemas.
Escribe / Jorge Triviño
Ya nos habíamos visto por internet, en lecturas de poesía, pero nunca habíamos tenido ocasión de vernos cara a cara. No obstante, después de anunciar la publicación de mi más reciente libro de ensayo La imaginación creadora, hubo comunicación vía telefónica, y quedamos en vernos para tomar un café en el barrio Palogrande. Yo había leído una reseña hecha por José Miguel Alzate en un compendio de escritores de Caldas, donde realzan su calidad poética.
Hicimos un intercambio de libros, llegando a mis manos su ópera prima: Neblina y fuego, en una hermosa edición de la colección Acanto, impresa en Cartago. Tiene preciosas ilustraciones de la misma autora.
Astrid Arboleda nació en la hermosa ciudad blanca, Popayán, el 2 de septiembre de 1954. Fue criada en las ciudades de Sevilla y Armenia. Reside en la actualidad, como ella misma lo manifiesta, en la >”hidalga ciudad de Manizales”.
Expresa que es una “amante del silencio y su ritmo, la verdad, la justicia, el respeto, la alegría que me producen el cine, la música, el baile, la lectura de un buen libro y contemplar la naturaleza.” Además es excelente dibujante y pintora, y prueba de ello son las ilustraciones hechas por sus manos, que engalanan su primer libro de poesía: Neblina y fuego.
Inicia su libro con el siguiente escrito:
ORACIÓN
Dioses del lenguaje,
un don os pido:
Convertir
en sonidos dulces,
los vocablos;
en bellas imágenes,
los versos;
en alegorías de infancia,
las estrofas;
y en sinfonía de estrellas,
lo que, ingenua, llamo
¡Un poema!
Cabe decir de esta Oración que los dioses del lenguaje oyeron sus ruegos y las palabras salidas de su alma poseen el encanto y la seducción, llevándonos por parajes llenos de luz y de belleza. Hay varias creaciones suyas que me recuerdan a Juan Ramón Jiménez, por la sencillez, por la belleza y estructura de la composición; además por la descripción de la naturaleza que nos rodea.
He aquí varios ejemplos de su creación poética y de la dulzura que despierta en nosotros al leer sus versos:
CONTEMPLACIÓN
Descenso de gota de lluvia
en la chambrana…
Eternidad.
OCASO
Venia del guadual.
La sabia rama
dice adiós a la tarde.
NOCHE
Saluda la luna.
El jaguar acecha
su reflejo.
OCULTAMIENTO
Cielo
ocre,
salmón,
dorado,
violeta,
gris.
¡Qué bello
se sabe despedir
el día!
Este poema está lleno de musicalidad por la cortedad de cada verso, tanto que es en sí misma una canción; además de darnos a conocer los cambios generados en el ocaso del astro rey cuando se está ocultando a nuestra vista, para finalizar el poema de manera magistral.
Adentrándonos un poco más en la lectura nos encontramos con este tesoro:
SILENCIO
No es olvido.
Es grito encapsulado.
Este poema nos sumerge en los meandros más profundos del alma, definiendo el olvido como una voz que no puede escapar de su cárcel.
ENREDADERA
Una abeja curiosa
entra a la enredadera.
Nace el poema.
LA HAMACA
En la playa Huina
balancea tu memoria
al compás
de la marimba de chonta.
LATIDO
Solo necesito
el latido del viento
—quedo—
para escuchar
el jolgorio
de mi corazón
cuando a mí
te acercas.
OJOS
Abres tus ojos
al nuevo día.
Y la música
aviva
el universo
con sus versos
de agua.
Y en una de las páginas de su libro hallo tres preciosas perlas. Es un tríptico dedicado a una de las más bellas creaciones de la Divinidad: el colibrí.
COLIBRÍES
I
Universo de fiesta.
De repente,
sobre la fucsia,
revolotea el colibrí.
II
Esta mañana
un colibrí en el balcón
salvó del naufragio
a las palabras.
III
El colibrí en la ventana.
Alegría y vida
regresan
al solitario soñador.
Y para finalizar la selección de este precioso libro, va este poema dedicado al pequeño niño travieso de la mitología griega, que lleva sobre sus hombros un carcaj lleno de pequeñas flechas:
EROS
Los estertores
de tu galope
me dejan sin aliento.
¡Mar embravecido!
De su nueva producción literaria, otro poema dedicado a uno de sus amores, que es también nuestro:
ANTES DE VOLVERME SOMBRA
Cantaré a mis amados libros
que con celo sostiene mi Nakúh
no sea que rueden
por el precipicio
de la indiferencia.
Permanecen
en el lugar del pensamiento
parlotean en susurros
entre el espejo y la luna
En sus entrañas guardan
semillas de ensoñaciones
al abrirlos germina su fruto.
Veo desfilar
por mi cuarto antes vacío
sombras de personajes desconocidos
entre neblinas
y vorágines de lectura
sin fatiga
En medio de su silencio
-plenos de palabras-
como en tablillas de arcilla
navego en el ocaso de la historia
me veo cual sibila
al amanecer de los dioses
entre Horus y Minerva
La Eneida trunca de Virgilio
el paisaje de un molino de viento
en la aventura de dos amigos
y no logro formar
la nave segura
para acompañar a Dante
por tantos círculos
o para vivir cien años
en solitario
A punto del naufragio
hallo mi puerto
en Rubén Darío
y cobijo en la alcoba
de Emily Dickinson.
Con hilos invisibles
tejo una manta de vocales
que me envuelve
como abrigo de invierno.
Cofres de sabiduría
cuando me haya vuelto sombra
¿Cuál será vuestro destino?
Astrid Arboleda ha participado en multitud de encuentros de poesía en nuestro país en Roldanillo, en Cali, en Supía y en Manizales.
Pongo a consideración de ustedes, lectores, estos bellos poemas para alimentar el alma y dejar una indeleble huella en las letras colombianas.