HISTORIA DE UN TEATRO CON MARIONETAS, MARRANOS Y ESCOPETAS

Desplazamientos forzosos, desapariciones y masacres viven las carnes humanas de un teatro desesperado.

 

Escribe /Marcela Maria Cardona – Ilustra / Stella Maris

Sobre un retablo de circunloquios, títeres vestidos con retazos estatales y multipartidistas, danzan al ritmo de tambores oligárquicos, con coros que gritan: ¡Plata o plomo!, ¡plata o plomo!

La escena a varios espectadores deleita, pero a otros les despierta cólera. “¡Contra las oligarquías, a la carga!”, se levanta uno con enojo. Sin dilación, su voz es ceñida en tapices rojos. Silencio en el teatro hasta que un torrente de aplausos impone una audiencia clasista, racista y criminal.

“The Show must go on”, aúllan detrás de telones Y escenas de narcocracia son agitadas por los titiriteros. Jueces, procuradores, el congreso, presidentes, todo es comprado en cada acto. Con platillos y bombos, unos neomarionetas se enfiestan con privatizaciones y reformas.

Las cortinas del teatro en humo se trasfiguran, por tentáculos mediáticos y con el opio del pueblo. El espectáculo de luces y sombras enceguece y la opinión pública es un ilusión fabricada que entristece.

De repente, ¡indignados se arman unos espectadores!, con ideales de oposición pero violencia en sus acciones. Extorsiones, amenazas, secuestros, un narcoterrorismo es declarado y así con cuerpos decapitados son adornadas las periferias.

Los títeres se autodefienden hasta convivir con fuerza brutal. Desde pájaros hasta águilas negras al teatro violan con furia y un títere matarife a falsos positivos empieza a exterminar con una manta de seguridad democrática como disfraz.

Desplazamientos forzosos, desapariciones y masacres viven las carnes humanas de un teatro desesperado. La violencia baña algunos asientos con “sentido social” y desde los palcos, los privilegiados deciden a otro lado mirar.

¡Pero espera! Un grupo de jóvenes que al teatro están llegando y que cíclopes se están quedando, en primera línea se levantan contra el terror, la hambruna, la desigualdad, las reformas, la pobreza extrema y la represión.

Un subtítere puerco refuta dando la orden de militarizar al teatro en pleno derecho de protesta y se detona la brutalidad policial encubierta como “Asistencia Militar”. ¡Los ninis, desempleados, negros, campesinos, indígenas y estudiantes gritan S.O.S! Pero Los títeres sordos y ciegos no quieren dialogar.

¡El teatro ahora está en llamas! Y no hay ni habrá forma de ocultarlo aunque

los medios comprados y polarizados se esfuerzan tanto en engañar. El teatro genocida por las redes sociales ahora es visibilizado.

¡Ajúa!, se les oye gritar a todas las marionetas mientras la gente de “bien” descuartiza hasta las almas de una patria herida. Algunos títeres, ante el panorama, deciden renunciar, pero otros peones vacilan la entrada a organizaciones internacionales que quieren ayudar, ya que hay muchas atrocidades por ocultar.

Pero le quitaron hasta el miedo a una generación que no es de cristal sino de acero. Los marginales empiezan a gritar: ¡Donde no hay pan, tampoco habrá circo! Y a pesar que a los indolentes tanto les molesta, seguirán las protestas, las denuncias y los bloqueos.

Ahora la resistencia se debe educar y políticamente estructurar. Aprender a consumir un periodismo independiente lejano de favores, acabar con los oligopolios multinacionales, destronar las marionetas, apoyar con votos conscientes las voces multiculturales y así transformar la historia de esta obra narcoparamilitar.

IG: marcelacardonava