Juan regresó al cuarto. Una mujer lo miraba desdeñosa, su rostro demacrado lo mojaban las lágrimas… Lloraba el hombre, la mujer… lloraban… desconsolado, desconsolada.
Por Álex Noreña
Perfecto, ya sabes…
Te digo que me dejes en este cuarto a solas, déjame en un rincón tranquila… ¡déjame, pero déjame!
Vete en el primer viento perdido, vete con las sobras que quieres dejar. ¡Vete embustero! Vete sonriendo por la victoria. Fui yo quien desató la carne en otra carne. Fuiste débil, débil como la carne que cubre este cuerpo… Arrojarme a la piel de otro hombre y ser mujer, el instante eterno que recuerdo.
Fui yo, lo sabes criminal…
Fuiste tú, malvado, fuiste en cada gana irremediable de abandonarme, de colar gramo a gramo mí alma en tu vasija de miedos…
Vete maldito, sal de mi vida…
Llévate, si quieres, todo de mí, déjame este cuerpo dolido, quebrado en llanto.
Deja que vague como fantasma en estos rincones inciertos…
Huirás, sé que lo harás, por años simulas este instante, huye asesino, huye tan pronto como mi alma haya dejado este cuerpo intacto…
Vete y grita que no fuiste el criminal…
Lo soy yo, lo soy por piedad y te libero de mí.
La puerta del cuarto se estremeció, con esto, quedó todo en silencio.
Juan regresó al cuarto. Una mujer lo miraba desdeñosa, su rostro demacrado lo mojaban las lágrimas… Lloraba el hombre, la mujer… lloraban… desconsolado, desconsolada.
Del espejo se extendió una mano buscando su igual, la mano tocó a la mujer, al hombre a su vez…
Un gorjeo se arrastró por la boca, y dijo:
– Duele el doble de un solo cuerpo, un dolor que se ensancha frente al espejo, he ahí la mentira perversa de la realidad, allí, corroyendo, hundiéndose a través de los ojos, alojando el dolor en cada arteria. Si pudiera romper el cuerpo y salir como otro, como otra…
-Vete maldito, vete de esta carne que me aqueja…
La mano quiso unir su tacto bruscamente a la otra que se reflejaba. El sonido fue quebradizo y se expandió en mil pedazos sobre la madera ronca que tapizaba el cuarto; al tiempo, quedaron segmentados varios hombres y mujeres, en una misma e inmensa soledad…