Ser poeta, en la voz de Kattan

En este texto, el poeta hondureño Rolando Kattan habla sobre lo que para él es ser poeta, sobre lo que la poesía ha hecho con él y sobre otros temas.

 

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Por Antonio Molina

Se es poeta para compartir algo que se tuvo. Yo creo que hay en la vida más felicidad en dar que en recibir, que ese es el principio del ser humano, es decir, de la humanidad: da la convivencia y la felicidad. Yo soy poeta primero porque la poesía, y aquí puede ser un lugar común, me ha salvado; y he encontrado en la poesía el camino para llegar, caminar de forma segura las oscuridades primigenias de nuestra existencia. Para decirlo mejor, escribo la poesía que necesito, que me hace falta, que no he encontrado y, una vez dicho o escrito el poema y pensado para un lector, buscar compartirle, buscar darle ese regalo que tantos poetas me han dado a mí y me han salvado.

Sí, la poesía puede salvar al mundo. Cuando digo que la poesía me ha salvado, quiero referirme también al sin sentido del mundo, a la falta de una lógica aparente más allá del nacer, crecer y morir; nacemos condenados a eso: con una certeza absoluta del fin de la vida. Quiero extender también lo que es la poética, puedo plantearte que la idea del paraíso —mientras no tome el micrófono otro Lázaro—, que el infierno es una idea poética, que dios es también una idea poética, cierto o no, dios exista o dios no exista, es una idea poética, y en ese sentido, las formas o las variantes de salvación que puede tener lo poético se puede extender en muchas formas que a mí me gusta llamarles báculos, y me permiten no caerme del andamio.

No me gusta verlo como andamio porque es un sentido de elevarse, lo veo más como un abismo que se presenta y esos abismos terminan siendo el sentido, empezando que uno con la certeza del a muerte, con la desesperación de la espera, con el sentido profundo del amor o la tristeza o la soledad o la maldad, todo lo que continuamente nos puede estar golpeando, uno necesita esos espacios de diálogo y de sentido con toda la existencia. Me volvería loco tratando de encontrar respuestas por mí mismo, y de ahí que soy muy agradecido con mis lecturas, ya lo que me terminan dando son estas respuestas. Homero, el gran Homero, murió al no poder resolver un simple acertijo, según cuentan en fábulas. La falta de verdad, la falta de respuestas para mí es un camino directo a la muerte.

Bueno, lo comenté en una entrevista y lo tengo como epígrafe en un libro, es una frase de Jean-Paul Sartre, que decía “el hombre se define por una ignorancia original y en función de esa ignorancia el hombre define lo que es y lo que busca”. Ahí parten las dos preguntas principales: qué somos: no te lo sabría decir más allá de la carne, los intestinos, las neuronas, todo lo que la ciencia te pueda dar; en realidad, ¿qué somos? no podemos ser simplemente esta masa que circula por la tierra. Y también, qué buscamos, cuál es el fin; no puede ser estar procesando alimentos en un sin sentido, tiene que existir algo más que no sabemos todavía y que encaminamos las fuerzas del pensamiento y la tradición hacia eso, y aquí no es otra cosa más que levantar la mano para sumarse a esa fuerza y tratar de mantener a flote esa isla. Los temas son esos, y probablemente no lo sepamos nunca pero al menos generamos un espacio de compañía.

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Son los agobios, todo lo que te ahoga, a mí la muerte. Para mí la muerte es un mar, es un mar embravecido, es un tsunami. Decía Cioran: “no sé cómo se puede vivir sin saber que no se es por lo menos eterno”. No es que quisiera tener la eternidad, pero la muerte es algo que está presente. La soledad, el desamor, también son mares que te ahogan, como poder llevar los imposibles en la vida. Miguel Barnet —y tal vez en esto para hablar un poco de las respuestas— decía: “te esperaré pero no vuelvas nunca, porque lo que yo en verdad quiero es esperarte”. Así que en ese sentido, podemos ver un modo de vida poético, la espera. El español es uno de los pocos idiomas en donde espera y esperanza están muy relacionados, no sucede por ejemplo en otros idiomas como el inglés, en donde hope no es lo mismo que wait; y eso también, el lenguaje y la lengua, son cosmovisiones, y ahí puedo decir que es una espera esperanzada y ese es un modo de vida.

Un amigo poeta y ensayista que acaba de ganar en España un premio con un libro que tituló “Y Gorot no ha regresado”. Al final lo que se espera es lo desconocido, es la respuesta y la desesperación a eso que no conocemos, pero que al final extrañamente es también nuestra búsqueda. Por eso el poeta es un creador, por eso la palabra poesía viene de poiesis, porque crea preguntas y crea respuestas, a mí me gusta más esos poemas que cuando los leo me tumban y me tumban lleno de interrogantes. Al final la poesía te permite, o la literatura, o el arte en general, acercarte a esa diversidad del mundo como un pequeño dios, donde puedes fabricar o crear las condiciones de una ruta, de una espera y de una pregunta.

Mira, te decía que yo en mis lecturas he aprendido una cosmovisión y en algunos poemas como Enrrique Paredes, 1891 o en los poemas de Otredad, hablo de las fotografías de mis antepasados que no conocí. Yo soy un hombre con un apellido de descendencia palestina, señalado en el país como turco, de buena o mala forma, pero mi abuelo murió cuando mi padre tenía 10 años y hay una de esas cosas de las que me preguntabas antes, cómo acercarse y saber de dónde vengo para empezar a definir quien se es. Sigo con Borges en lo siguiente “y me es vedado como si fuera una litografía” “me es vedado mi pasado como en las fotografías” para parafrasear un poco eso. Entonces es esa necesidad de que circule el aire, que la gente se despeine dentro del retrato, que la tinta se acumule en la orilla de sus ojos, donde alguien permita que oscurezca en esa parcela de ocre, y llegar a una definición y a una propuesta, de qué somos, de dónde venimos, tanto de la tradición literaria como de la sangre.

Para mí es fundamental, decía, yo creo que no se puede escribir un buen poema si no se es mejor que ese poema, y no entrar en valores moralistas, pero si en los valores de la memoria, en los valores del bien, creo que hay que ser bueno. Machado lo dijo tan lindo “soy en el buen sentido de la palabra bueno”. Creo que ese es un fin para compartir, imagínate que lo que se compartiera fuera la maldad, que lo que se compartiera fuera la guerra, fuera la enemistad, el odio, etc… bueno en primer lugar no valdría la pena la literatura, y el mundo. Nuestro sentido de esperanza es hacia uno como ser humano.

Es un ser humano más a gusto consigo mismo, creo que la sociedad, lo perverso de este tiempo, es alejar al ser humano de su yo, y de ahí nacen los traumas, los conflictos, la incapacidad del dialogo con el ego. La literatura sobre todo te brinda eso, un hermoso canal para establecer contacto con el centro de tu ser y creo que en la medida que el ser humano pueda llegar a estar a gusto con sí mismo y despidamos esta egofobia que nos genera la sociedad; esta egofobia que la sociedad del espectáculo de Vargas Llosa vuelve complaciente.

“Yo no sé cómo pueden vivir los que no leen poesía, acaso no la necesitan” y en otro fragmento dice “como pueden morder su pan cuando está duro” dice “cuando ven una estrella robusta, no quisieran gritar cosas prohibidas, penadas por la ley como un (…)” y cierra diciendo “no querrán esta hermosa culata de fusil” la poesía también es una culata de fusil, pero hermosa, ese sentido del disparo.

Eso es, porque la poesía no está ahí como un magazín o algo temporal, es intemporal en el sentido que está para que se vuelva parte de nuestra vida, (ari chumacero) decía que la venus del milo no es una estatua vieja, la venus del milo es arte que se vuelve arte porque cada una de las generaciones se la apropia. Yo me apropio del pensamiento, de la tradición, acepto los textos que he leído como un regalo, son míos, son parte de mi existencia, puedo usarlos para vivir, puedo usarlos para compartir, para dialogar.

Porque lo siento, no leo mis poemas de esa forma, leo toda la poesía de esa forma, creo que la lectura, en la apropiación se vuelve carne la lectura, se vuelve carne el verso y no es fácil, digamos, soltarlo al viento, necesitas ese espíritu fuerte para que te vayas y te salgas a pedazos, creo que si me pudiese dibujar como siento que debo decir la poesía, en ese dibujo lo que verías es un corazón volando y mi pulmón volando y saliendo cada parte de mí, ese es el aliento que quiero decir, que no es gritarlo, no es declamarlo sino es desencarnarte.