EL CÍRCULO DEL DESASOSIEGO

Este ensayo es un fragmento de un trabajo más amplio que pretende hacer un acercamiento a la obra de Roberto Burgos Cantor (1948-2018), quien desde su narrativa plantea un concepto propio de ciudad. Igualmente, da cuenta de cómo cada proyecto urbano se instaura en la población del norte del Caribe colombiano, con adaptaciones de ideologías tradicionales y, en otras ocasiones, con asimilaciones de las dinámicas urbanas de maneras abruptas: la ciudad marca las pautas de sus relaciones interpersonales.

 

Por: María Claudia Barcasnegras Acosta

La literatura por su parte ha registrado distintas formas de apropiarse y usar el espacio citadino. Ejemplo de ello es el escritor cartagenero Roberto Burgos Cantor, quien a lo largo de los años ha dejado una huella sobre qué ha sido Cartagena y hacia dónde se dirige su horizonte de ciudad; en dicho recorrido llega a tocar las puertas del no esencialismo de las ciudades, contrastando a Cartagena con Barranquilla y Bogotá.

Para Burgos Cantor la ciudad se plasma como el espacio donde confluyen personajes comunes y corrientes que habitan en los barrios; son estos los que viven y sienten la ciudad y además instauran las reglas de juego dentro de dicho territorio.

Novelas como El patio de los vientos perdidos, El vuelo de la paloma, Pavana del ángel y el libro de cuentos De gozos y desvelos, dan cuenta de una Cartagena provinciana en la cual la relación entre habitante y entorno se ejerce desde lo emotivo, es decir, se tejen una serie de símbolos colectivos o rituales comunitarios con el espacio que les circunda, lo que conduce a la creación de vínculos afectivos.

Los personajes de Burgos se apropian de las reglas citadinas a través de la creación de un espacio propio en el que todos se conocen y comparten las mismas carencias o limitaciones económicas. Por una parte, los personajes muestran un lugar con dinámicas y roles bien definidos que les ayuda a sentirse seguros a pesar de las dificultades y problemas diarios. En la novela El patio de los vientos perdidos, por ejemplo, el patio es visto como lugar simbólico de la sociedad cartagenera, el personaje principal –Beny– (más conocido como Bernardo Caraballo, por haber sido campeón mundial de boxeo y después haber caído en desgracia en el deporte de narices chatas) y el resto de los personajes, pertenecen y habitan en la periferia de Cartagena y el patio representa mucho de su mundo, sus sueños, costumbres; es el centro de su acontecer diario, es el lugar que le brinda ventilación a cualquier lugar –casa o negocio– pero en muchas circunstancias representa su ser. Para Beny el patio es su identidad, su lugar de origen y por tanto:

negar tu patio es negar a la mamá de uno un hijueputa perfecto no un hombre esa nota no es conmigo […] una vaina joperica de querer ser diferente a lo que uno es de aprender a ser igualito a otro si yo analízalo me quito mis tres batas de último la de piel de tigre y que queda bueno el negrito pies descalzos con más ganas que comida el mismo que se acuclilla en el patio debajo de las flores del tamarindo con su plato de arroz y almuerza haciendo montoncitos con las manos y chupándose los dedos por supuesto.

Roberto Burgos Cantor, un autor que deja una huella indeleble en la literatura actual de Colombia. Fotografía / JV Rodriguez

El patio se convierte entonces, más que un espacio, en un estilo de vida que no se puede olvidar porque marca un modo de comportamiento y de creencia. Beny, oriundo de los patios de Bocachica y luego de los de Chambacú, construye todo su ser alrededor de este espacio simbólico. Aunque viajó por muchos países, siente que se debe a su terruño – “el patio” – y, por extensión a la gente de su barrio, que comían muchas veces tal como se observa en el relato de Beny, con las manos y luego se chupaban los dedos.

Dichos sujetos viven la ciudad desde una perspectiva afectiva, puesto que cada espacio construido y vivido representa la memoria de la comunidad. Como respaldo a la idea de una ciudad afectiva se puede observar que el escritor y crítico literario, Fernando Cruz Kronfly, en La tierra que atardece. Ensayos sobre la modernidad y la contemporaneidad, plantea que:

<<La ciudad>> también se impone al pensamiento como una estructura cultural compuesta por <<normas>>, <<códigos>> y <<convenciones>> para su uso y disfrute, sistema de representaciones, sentimientos y afectos, por lo que deriva finalmente en un lugar cargado de utopías y miedos, riesgos y aventuras, encuentros y desencuentros, evocaciones y rupturas.

Para este escritor y ensayista, la ciudad como lugar nos plantea un juego de interrelaciones sociales que nos lleva a construirnos y a construirla desde las distintas emociones que nos despierta.

La propuesta de Cruz Kronfly responde a las dinámicas de Burgos, en cuanto a que muchos de sus personajes están en una dicotomía entre el querer asumir las nuevas reglas o fusionarlas con las creencias tradicionales, lo cual genera una hibridación que construye y hace particulares a los personajes del autor cartagenero.

Otro espacio simbólico sería el barrio, el cual para estos personajes se convierte en el espacio idóneo dentro de la ciudad, allí construyen su ciudad ideal como una especie de ciudad pequeña desde la cual proyectan sus relaciones en concordancia con la gran urbe. Los vínculos entre los habitantes se tejen por puntos en común como son los roles definidos: el tendero, la peluquera, la esposa ama de casa e incluso el ladrón, entre otros. En ese sentido, el barrio como realidad urbana en la narrativa de Burgos Cantor, se articula como una gran familia que está unida mediante características particulares desarrolladas en un mismo espacio.

Para este escritor y ensayista, la ciudad como lugar nos plantea un juego de interrelaciones sociales que nos lleva a construirnos y a construirla desde las distintas emociones que nos despierta. Fotografía / Zona Cero

Un planteamiento que da soporte a la idea anterior es la propuesta del arquitecto e investigador urbano Juan Carlos Pérgolis, para quien:

La vida de la ciudad y la historia de la vida de la ciudad conforman su cultura, de la cual participan los habitantes; a través de ella encuentran su identidad […] de pertenencia a la ciudad que resulta de dos procesos simultáneos en el pensamiento de los ciudadanos; uno, la apropiación psicológica del espacio, otro la capacidad de reconocerse como parte de la comunidad. Así, la particularidad de la cultura de cada ciudad, es el único bien del cual participan y al cual aportan todos y cada uno de sus habitantes.

Un ejemplo de dicha apropiación, se puede ver en el libro de cuentos De gozos y desvelos, el cual amplía la mirada de los lugares urbanos de Cartagena, narrados en este caso, desde la perspectiva de los sujetos que han sido invisibilizados socialmente. Si leemos el cuento Con las mujeres no te metas. Oh macho abrázame otra vez, la mujer protagonista esposa de Beny (pues estos textos de Burgos tienen continuidad) ya entrada en años, empieza a recordar como conoció a su macho, entre tanto, manifiesta cierta inconformidad con la ciudad en la que reside; recrimina el hecho que haya esculturas con personajes blancos vestidos de chaleco, lo cual no concuerda con el calor que hace en la ciudad.

A las personas de color blanco las describe como extranjeros de mirada lánguida y piel pringada de pecas, su perspectiva no es de admiración o contemplación sino de distanciamiento. Además, crítica la decadencia física de la ciudad, el analfabetismo al que estaban condenados los habitantes de los barrios pobres de la periferia y, por supuesto, la discriminación social a la que fueron condenados por el hecho de ser negros y pobres.

En el barrio “la gente no espera doctores y bachilleres de cartón sino tener a los hijos en el patio al buen cuidado y no se tuerzan en el vicio”. El barrio lo percibe como micro-espacio sin futuro, donde el hambre acecha, lo que obliga al habitante a madurar temprano para buscar el pan de comer, convirtiéndolo en su propio maestro.

La protagonista, además, narra situaciones de su barrio en las cuales deja manifiesto la forma particular en que los habitantes se apropian del espacio, es así que la calle se torna en escenario para observar y ser observado, lo que ayuda a entrar en las dinámicas mismas del barrio.