Desde la tierra de los Quinchos, una aventura escolar

CAROLINA HIDALGOMi único interés con este escrito es llevar mis anotaciones como docente y como investigadora de los procesos educativos que actualmente requieren un saber al interior de un aula de clase.

Por: Carolina Hidalgo

Al llegar a la puerta del colegio donde sería mi segundo hogar,  me tomé un respiro para autoanalizarme con toda mi inexperiencia, pues cada vez que me encuentro frente a diversos grupos de estudiantes que, al igual que yo, tienen una variedad de expectativas -cuál de ellas más virtual- surge la suposición de que solo el encuentro frecuente entre clases y lecturas permite un verdadero diálogo y disposición anímica de las partes.  Pude rescatar el aliento de la sorpresa y embarcarme en la aventura de descubrir mis potencialidades como docente y el entusiasmo de los estudiantes por aprender.

Más de media jornada del día se convertiría en el laboratorio que significa cualquier tipo de código educativo, no sólo visto como un vestido en las relaciones con mis demás compañeros sino en todo acto de comunicación de la comunidad escolar.

Relacionarme con el plan de estudios  del área del lenguaje, específicamente Lengua Castellana, primero, significó mis actitudes para con ciertos contenidos que capturan  mi atención, pues “romper el hielo” con la clase es toda una magia de la empatía.

Seguido, en tan solo dos semanas debía tener decididos mis conceptos de evaluación ya estipulados por la institución, acorde con los contenidos que me proponía desarrollar desde el plan de estudio; claro  que las lecturas y el material del que me iría a servir, corría por mi propia cuenta y adquisición, pues la biblioteca de la institución cerró por jubilación de bibliotecaria, hasta nuevo nombramiento.

No obstante, el pueblo cuenta con dos bibliotecas más.  Las consultas virtuales  harían parte del itinerario diario. Qué más podía hacer, sino esperar hasta cada fin de semana, otra pesquisa posible de datos que ampliaran mi quehacer pedagógico.

La Diversidad cultural. Antonio Bedoya Duque. Técnica Marcadores.2014
La diversidad cultural. Antonio Bedoya Duque. Técnica Marcadores.2014

Solo en esta tarea de reconstruir la información se me llevó doble jornada, pues en los primeros encuentros en una charla informal sobre gustos literarios y lecturas pude evidenciar qué tanta experiencia o interés tenía cada estudiante en la lectura.

No grabándome cada nombre –al inicio se me hace difícil-  pero sí sumando a una gran cantidad de ejercicios y lecturas que cada estudiante exponía con holgura o, en casos excepcionales, con timidez, pude reconocer el trabajo del anterior colega. Muchas lecturas actualizadas fueron construidas con tiempo. Ahora, mi deber docente, era amadrinar  lecturas extraclases con textos de mi biblioteca.  Si no era  ésta mi voluntad, en qué consistiría mi esfuerzo por un nivel alto de comprensión de lectura, sino era yo misma tratando de despertar la pasión y el amor por los libros. Mucho antes de prestárselos, me cercioré de los gustos y las posibilidades de un enamoramiento entre el lector  y el texto. No fuera a tener “mal tino”.

El fluir de las primeras clases se concentró en algunas aclaraciones sobre “Escritor y estilo”; y el tema de “la composición literaria”, pues al conservar tan corto tiempo de despliegue de actividades  por cuestiones culturales y la estrechez del horario escolar, no quedó más que dar las pautas claras y concisas para la redacción de un texto. Para avanzar en la ilustración sobre las pautas en la elaboración de un texto leímos a Borges, en su corto escrito acerca de Cómo nace un texto y su experiencia en la creación de cuentos.  Es por ello  que se hace importante  sugerir desde el inicio, lecturas y talleres de lectura al interior de la clase.  Las lecturas de ensayos alrededor de La Lengua y La Diversidad Cultural, algunas  fueron: “Entre la antigua y la nueva palabra, nuestros mundos”, del poeta y oralitor Hugo Jamioy, con los grados undécimos. Una segunda, sobre Oraliteratura en los embera Chami, ensayo de los historiadores  Víctor Zuluaga y otros dos colegas más  para dialogar en los grados décimos.

Con el grado noveno, se me habían presentado un par de inconvenientes por la atención y disciplina del grupo. No descartando que el tema de la gramática de la lengua  a todo estudiante causa sus reparos. Necesité de una llamada de atención para negociar con el grupo los derechos y deberes tanto de docente como de estudiante, pues si seguía el bullicio y la costumbre de interrumpir, me vería expuesta a una desmotivación de la clase y a un desgaste inmerecido de mi trabajo docente. Uno pregunta, o cuenta a algún colega la experiencia, y no obtiene más respuesta que una actitud más severa, acceder a los procesos disciplinarios, único escudo  de protección del docente cuando el grupo se ha tomado los roles y niega el curso de las clases. Pero con toda realidad, es la última medida a la que el docente quisiese llegar.

Es allí, donde todas mis versiones de la pedagogía, aquellos sueños universitarios de la Escuela Nueva o el Aprendizaje Significativo se convierten  en escalones de difícil acceso, sino son metas personales. Antes de  caer en el deceso de una rutina educativa, la educación es una travesía de  aventuras en la recreación de un mundo posible.