Andrés Caicedo tiene temas recurrentes en su literatura: como el cine, la salsa, el rock y el enrúmbate y derrúmbate de sus personajes. ¿Cómo le fue a Carlos Moreno en su película sobre la obra más popular del autor caleño ¡Qué viva la música!?
Otra vez me encontraba en el auditorio de la Cámara de Comercio de Pereira, escuchando a Carlos Moreno en un conversatorio sobre la película ¡Que viva la música! Y dos comentarios suyos valen la pena resaltar: “La película no es una adaptación fiel al libro, es una adaptación libre de la obra de Caicedo.” Luego “La película no está ubicada en una época específica, queríamos que saltara de una época a otra sin casarse con ninguna”.
Recordé el cuento Destinitos Fatales, donde en el microcuento 1 Andrés escribe a modo de autoficción sobre su frustración al abrir un ciclo en su cineclub (Supongo que será basado en su experiencia con el cineclub del Teatro Experimental de Cali donde él fue encargado) y de cómo el cine es difícil de asimilar para el público en general, lo cual también me recordó otro cuento de él, El espectador, en donde nos habla de su pasión por el cine, la ignorancia del público en general y su soledad.
Así que como hombrecito que le gusta el cine y Andrés Caicedo. Andrés Caicedo y el cine. Me vi la película luego del conversatorio. Que en palabras de Carlos Moreno sería lo ideal, escuchar al director antes de ver el largometraje, y así sucedió.
Empecemos por lo que no me gustó, que fueron tres detalles a destacar:
No me gustó la hipersexualización de Maria del Carmen Huerta, Sí, ella es promiscua y en el libro y la película en un diálogo dice que le gusta ese pipí que le meten con tanto misterio, pero la película se centra en este aspecto de ella, teniendo el personaje otros rasgos más interesantes, por ejemplo el monólogo inicial donde ella cuenta cómo con unos amigos se está leyendo El Capital, ello para dar índices de la pugna entre clases sociales que se contará más adelante en la historia.
Después no me gustó la escena donde Bárbaro agrede a Dino, en el libro se nos cuenta que Bárbaro odia a los norteamericanos que vienen a Colombia a ‘pecar barato’, porque siente que vienen a aprovecharse de nuestras tierras, entonces atraca estadounidenses yonquis. Los diálogos en el libro sí nos llevan a entender que Dino viene por marihuana y cocaína, además de tener perico y ácidos en el bolso cuando se lo revisan, pero en la película al omitir ese diálogo y el contenido de su equipaje queda como un caso de xenofobia y él como un inocente viajero.
Así llegamos a la modificación de la personalidad de Maria del Carmen, que en A: pasa de ser una intelectual contestataria que como niña de bien (según ella misma al inicio) se mueve del mundo burgués al populacho para desfilar y caer en el volcán de los excesos. De esa premisa pasamos a B: una hojita que lleva el mar o el viento, no importa, cualquiera de los dos, desde ahí vemos la visión del guion sobre la protagonista, por eso su voz en off carente de emociones, pausada, sin personalidad; nadie sufre por lo que le pase, sino que morbosamente asisten a su caída. Algo así como pasa en Shame de Steve McQueen. Siendo este punto ambivalente, usted decide si es bueno o malo, en mi caso prefiero ello a ver morir en pantalla a una rubia rubísima desbordante de carisma, el guion así lo decidió y como adaptación si se decide que el personaje genere indiferencia y así funciona, pues al menos fusilan a esa versión y no a la original del personaje.
Pero como todo no es malo, he aquí lo que me gustó y quiero resaltar:
De verdad merece ser llamada ¡Qué viva la música! porque la edición de sonido, y los momentos donde usan la música, son muy bien hechos, a destacar Lluvia con nieve y ese interesante cierre donde en vez de ella decir ¡Hay fuego en el 23! colocan la canción. Fino detalle.
Luego técnicamente hablando, la fotografía es bastante buena, la edición, los vestuarios, las locaciones se aprovechan de la mejor manera posible. A destacar esa mágica escena en el bus donde todos empiezan a cantar “Lo atará la arache” de Richie Ray & Bobby Cruz.
El misterioso hombre que vive con Maria del Carmen, magnífico el misterio que rodea a este personaje. A destacar cuando mete la cabeza en la piscina.
Me fascinó la escena en la Universidad del Valle, en especial porque termina en el graffiti de Jaime Garzón.
La escena de Bárbaro con el arbusto se realizó bastante bien, desde el surreal grito de María Bayo y todo lo que se observa y se escucha ¡Qué viva la música!
Los discos me encantaron, sus escenas, sus colores, sus portadas, gran trabajo de arte. A destacar las tres apariciones especiales de Héctor Lavoe, en portada de disco, póster y en la camisa de Rubén.
En definitiva una muy buena película que a nivel técnico eleva al cine colombiano, narrativamente es muy distinta, es una película para los lectores del autor valluno, porque algunos salen en blanco después de escuchar monólogos escritos hace aproximadamente 40 años sobre una nena muy melancólica, pero atrapada en su hedonismo. Siento que después de que terminó la película ella siguió bailando.